Lázaro Cristóbal Comala

Lázaro Cristóbal Comala ya era nuestro cantautor mexicano favorito desde antes de trabajar con él. Sus canciones nos recuerdan por qué nos enamoramos del folk en primer lugar. Tiene que ver con la simpleza de sus melodías y la profundidad de sus letras; pero sobre todo con la capacidad de romperte el corazón y hacerte reír en un mismo verso.

Desde su nombre –inspirado por el concepto de la orfandad– crea una identidad que suena a paisajes desérticos poblados por soledad, tolvaneras y espinas. Ese mundo está moldeado por elementos tan extraños como el realismo mágico de Juan Rulfo, la música de Johnny Cash, el gallo cantor de Robin Hood o los personajes cotidianos de su ciudad natal, Durango. El resultado son historias que te enfrentan de lleno con una realidad inescapable, en la que los malos ratos son bastante más comunes (pero no menos importantes) que los buenos.

La voz de Lázaro tiene un humor muy mexicano para lidiar con la tragedia y un nivel extraordinario de autoconsciencia. Escribe desde un lugar profundamente personal, pero llega a verdades que nos resultan familiares y hacen evidentes nuestros propios patrones. Quizás, lo más genial de todo es cómo logra acomodar ese universo complejo de emociones dentro de canciones pegajosas.

A través de tres discos, Lázaro Cristóbal Comala (2014), Canciones del Ancla (2018) y Samuel (2019); dos EPs, Los Claros y Zaguán (2016); y un disco de versiones en vivo grabado en cantinas y cuartos de hotel, Cinco Años Con Sed (2019), Comala se consolida como un artista esencial de nuestra generación.

En 2022 lanza su disco más ambicioso hasta el momento, “Belmont”, un disco doble de 19 canciones en donde la voz de Lázaro se rodea de una extensa lista de colaboraciones.

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